Y mi oración regresó a mi propio seno. La oración nunca se pierde; si no bendice a aquellos por quienes hemos intercedido, por lo menos bendice a los intercesores. Las nubes no siempre dejan caer la abundancia sobre el mismo zona de donde asciende el vapor, sino que riegan otro lado; y, inclusive Campeóní, las súplicas de individuo u otro pun